Ya durante la guerra, se descubrió un complot en San Estanislao para asesinar al Mariscal, y en ese complot se vieron involucrados la madre, las hermanas y otros íntimos del círculo social de López. Pancha Garmendia se vio involucrada en la conjura y procesada por los Tribunales de Sangre. Al ser hallada culpable, fue condenada a muerte y lanceada a orillas del arroyo Itanaramí, en 1869.
La versión tradicional dice que aquel fue un acto bárbaro de venganza por parte del Mariscal, por lo que nuestra gente considera a Pancha Garmendia como una mártir de la virtud, casi como una santa popular.
Sin embargo, la versión "escrita" de los testigos presenciales, de los protagonistas, dice otra cosa. Juan Crisóstomo Centurión afirma con toda autoridad que Solano López se sorprendió al saber involucrada a la Garmendia en aquella conspiración; se encontró con ella casualmente mientras era conducida bajo arresto. El Mariscal la trató con toda amabilidad e intentó salvar su vida, garantizandole que él mismo intercedería por ella ante los tribunales en caso de confesar sinceramente su culpa. Pero Pancha insistió en su inocencia hasta que los demás conspiradores, encarados a ella, confesaron el hecho. Evidenciada, Pancha se puso a llorar, admitiendo su participación en la conspiración. Pero era ya tarde. El mismo Centurión escribe en sus memorias que el Mariscal, tomando el papel en el que se encontraba la lista de los condenados a muerte, escribió de puño y letra con un lápiz el nombre de Pancha Garmendia.
La versión posterior fue de que habría sido lanceada, aunque ninguno de los Jueces de Sangre, ningún oficial ni testigo ocular escribió nunca acerca de la muerte real de Pancha Garmendia. Lo más seguro es que en verdad fue lanceada; sin embargo, también circularon rumores de que sobrevivó a la guerra. La polémica sigue abierta.
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